jueves, 27 de septiembre de 2012

El Tímido Lienzo


Matías es terriblemente tímido. Los nervios se apoderan de su mente entorpeciendo sus actos a la hora de acercarse a una mujer. Y aunque admira de manera muy especial la misteriosa pero terrible belleza femenina, nunca ha podido conocer la piel de una. 

Se sienta todos los sábados en el parque a apreciar cualquier escena que le resulte atractiva para activar la punta de su pluma que se despliega sutilmente sobre el papel dejando como resultado el dibujo del día. Le gusta especialmente dibujar el rostro de alguna chica que le resulte hermosa. Y al llegar a su casa prepara la tela para hacer una analogía de su dibujo y convertirlo en pintura.

En uno de esos días donde se sienta en el parque, mientras sus ojos buscan donde detenerse para observar la escena que quedara plasmada en sus hojas, Matías vio a una chica hermosa que no paraba de escribir.  Esto lo embrujo de tal manera que no encontraba lugar en donde ocultar su estupidez que se agudizó más cuando la chica posó sus ojos sobre él de forma expresivamente directa. Ese día  no tuvo la lucidez que hubiese querido para dibujar a aquella bella muchacha que escribía.

A la semana siguiente, cuando ya estaba preparado para marcharse del parque sin haber visto una escena que fuera propensa de ser dibujada, llego aquella chica que vio la semana anterior, y se sentaba en un banca quedando perfilada lateralmente hacia él. Ella cargaba una rosa en la mano y de su mochila sacaba lápiz y hoja para ponerse a escribir.

Matías se dispuso a dibujarla mientras la chica escribía. Cuando le faltaba poco para finalizar, ella se levantó de la banca y se marchó. Y pocos minutos después el tímido dibujante escuchaba una voz a su espalda que le decía –Que bien estaba quedando. Era ella que reía mientras Matías moría de miedo. –Yo también te dibujo pero con palabras- dijo la chica que  se presentaba al mismo tiempo que notaba los nervios de él –Hola mi nombre es Grisel-. Entre tartamudeos de Matías y risas de Grisel concibieron una cita para la otra semana.

Matías llegó a su casa más contento que nunca. Y cuando entraba en su cuarto apareció soledad,  quien le habló

-¿Porque estás tan contento? ¿Acaso crees que vas a poder zafarte de mí?
-Ahora estoy seguro que no te volveré a ver más. Después de tanto tiempo, llegó la hora en que me vas a tener que abandonar. ¿o yo te abandonaré a ti? En fin tendrás que buscar a quien mortificar.

 Toda la semana se estuvo preparando para la cita con ayuda de Esperanza que le indicaba como debía hablar y comportase.

El día de la cita llegó. Matías salía de su casa  totalmente preparado para encontrarse por primera vez con una mujer. Cuando se acercaba al punto de encuentro vio a Grisel que brillaba como una perla. Tan exuberante belleza hizo aparecer a Cobardino que le decía que no fuera, que iba a echar todo a perder. Esperanza llegó para darle ánimo y soledad  muy segura le decía –no me podrás dejar, sabes que ni tu sombra va estar tan cerca de ti como yo-. Matías sudaba intensamente y después de algunos minutos optó por correr lejos de Grisel.

Al llegar a su casa se volvió loco. Empezó a tirar todo mientras gritaba eufórico y se reprochaba por ser tan cobarde.

Han pasado más de tres años en los que Matías  no ha salido de su casa y dónde llegó a pasar momentos difíciles en la calle. Esperanza lo anima pero él siempre le dice –Así soy feliz, mi cuarto da al jardín, y aunque abecés me acuerdo de ella, he dibujado su cara en la pared. Sé que entre las calles que debe estar, pero no sé partir. Solamente muero los sábados y el lunes ya me siento bien.