Matías es
terriblemente tímido. Los nervios se apoderan de su mente entorpeciendo sus
actos a la hora de acercarse a una mujer. Y aunque admira de manera muy
especial la misteriosa pero terrible belleza femenina, nunca ha podido conocer
la piel de una.
Se sienta
todos los sábados en el parque a apreciar cualquier escena que le resulte
atractiva para activar la punta de su pluma que se despliega sutilmente sobre
el papel dejando como resultado el dibujo del día. Le gusta especialmente
dibujar el rostro de alguna chica que le resulte hermosa. Y al llegar a su casa
prepara la tela para hacer una analogía de su dibujo y convertirlo en pintura.
En uno de
esos días donde se sienta en el parque, mientras sus ojos buscan donde
detenerse para observar la escena que quedara plasmada en sus hojas, Matías vio
a una chica hermosa que no paraba de escribir. Esto lo embrujo de tal manera que no
encontraba lugar en donde ocultar su estupidez que se agudizó más cuando la
chica posó sus ojos sobre él de forma expresivamente directa. Ese día no tuvo la lucidez que hubiese querido para
dibujar a aquella bella muchacha que escribía.
A la semana
siguiente, cuando ya estaba preparado para marcharse del parque sin haber visto
una escena que fuera propensa de ser dibujada, llego aquella chica que vio la
semana anterior, y se sentaba en un banca quedando perfilada lateralmente hacia
él. Ella cargaba una rosa en la mano y de su mochila sacaba lápiz y hoja para
ponerse a escribir.
Matías se
dispuso a dibujarla mientras la chica escribía. Cuando le faltaba poco para
finalizar, ella se levantó de la banca y se marchó. Y pocos minutos después el
tímido dibujante escuchaba una voz a su espalda que le decía –Que bien estaba
quedando. Era ella que reía mientras Matías moría de miedo. –Yo también te
dibujo pero con palabras- dijo la chica que se presentaba al mismo tiempo que notaba los
nervios de él –Hola mi nombre es Grisel-. Entre tartamudeos de Matías y risas
de Grisel concibieron una cita para la otra semana.
Matías llegó a su casa más
contento que nunca. Y cuando entraba en su cuarto apareció soledad, quien le habló
-¿Porque estás tan
contento? ¿Acaso crees que vas a poder zafarte de mí?
-Ahora estoy seguro que no
te volveré a ver más. Después de tanto tiempo, llegó la hora en que me vas a
tener que abandonar. ¿o yo te abandonaré a ti? En fin tendrás que buscar a
quien mortificar.
Toda la
semana se estuvo preparando para la cita con ayuda de Esperanza que le indicaba
como debía hablar y comportase.
El día de la
cita llegó. Matías salía de su casa
totalmente preparado para encontrarse por primera vez con una mujer.
Cuando se acercaba al punto de encuentro vio a Grisel que brillaba como una
perla. Tan exuberante belleza hizo aparecer a Cobardino que le decía que no
fuera, que iba a echar todo a perder. Esperanza llegó para darle ánimo y
soledad muy segura le decía –no me
podrás dejar, sabes que ni tu sombra va estar tan cerca de ti como yo-. Matías
sudaba intensamente y después de algunos minutos optó por correr lejos de
Grisel.
Al llegar a
su casa se volvió loco. Empezó a tirar todo mientras gritaba eufórico y se
reprochaba por ser tan cobarde.