Las innovaciones que
disfrutamos han sido posibles gracias a la remezcla de los elementos que ya
existen para darle lugar a algo “novedoso”.
Vivimos en una era en la que se puede decir que ya todo se ha
creado y debido a ello, las nuevas formas para inventar se ven referenciadas en
artículos, canciones, películas, libros, basados o tomados de una idea ya
expuesta o propuesta para destacarse en el mundo.
El proceso de idea original
ha cambiado y su base se mantiene como nuestra interacción diaria con las
tecnologías de la comunicación y la información, en la creación de contenidos y
en la forma en la que compartimos lo que hacemos: copiar, transformar y
combinar.
La creación es el fruto,
producto del trabajo y esfuerzo para lograr variaciones de una idea, que
esta a su vez, sea más sofisticada, no
es un truco, tampoco le ha llegado a una mente en blanco como por arte de
magia. El hombre siempre está influenciado por el trabajo de los demás, nos
basamos en algo que ya existe para mejorarlo o para renovarlo, ya lo decía
Picasso: “es mejor que la inspiración te encuentre trabajando”.
La remezcla es necesaria
para que exista el avance tecnológico, se abre un paralelo entre evolución
natural y evolución social y se entra al debate por la propiedad intelectual
porque el sistema de leyes no reconoce la naturaleza de la creatividad, en
donde las ideas se entrelazan entre viejas y nuevas, no se aíslan, lo
contrario, se complementan entre ellas.
Quentin Tarantino, director
reconocido en el mundo del cine, es el mejor ejemplo de lo que quiere expresar
el vídeo, porque en sus producciones logra reunir varios elementos de aquellas
que ya han sido expuestas a la luz pública, algunas veces se ha expresado que
es un homenaje, sin embargo, la similitud en las escenas no pasan
desapercibidas. Es un multiprocesador de imágenes que se convierten en
estímulos para que otros las tomen como punto de partida.
El arte ahora es una
generalidad y se puede considerar como material de consumo, todo esto
representado desde la Industria Cultural, pues la retroalimentación se presenta
como una característica necesaria e inseparable dentro del proceso creativo
porque si no hay quien se valore y comparta la obra, con quien se haga un
análisis, no podrá ser apreciada como la consecución de una nueva idea y la
necesidad de mostrar algo nuevo al mundo pasará por alto.
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