Coca Cola se retrata como
una morena de ojos claros que quiere sobresalir en el mundo sin importar las
consecuencias, es una luchadora incansable cuyo propósito es otorgar felicidad
para el mundo; ella, con su refrescante ánimo busca satisfacer esa necesidad
compulsiva del ser humano, esa que tiene cuando el sentimiento lo asfixia
cuando se queda sin aliento. La sed del hombre es calmada gracias a su
misteriosa y sabrosa sustancia.
Es una impulsadora, una
empresaria, una guerrera en la selva de cemento, la competencia la admira con
envidia. Está presente en cualquier reunión o evento social, su puesto es el
centro de la mesa, merece toda la atención posible hasta que su líquido vital,
color caramelo, desaparezca y sin embargo se sigue hablando de ella, no muere,
se ha eternizado.
Siempre cuida su figura, se
presenta con nombre y apellido, es aceptada por la mayoría de la población y al
mismo tiempo algunos la esquivan, es modelo a seguir, pero cualquier caída será
aprovechada por sus detractores. Está a la vanguardia de la moda, ella es quien
impone el estilo, ayudada con la mística de su liderazgo. En la presencia de
otro producto, se llora su ausencia, es la mejor compañía para complacer los
placeres culposos de aquellos impulsos innatos del ser humano.
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