martes, 29 de abril de 2014

Narconovelas


·         Las narconovelas son perjudiciales para la sociedad porque incentivan la violencia  en el espectador.

Este tipo de producciones existe para que podamos conocer la historia del narcotráfico en nuestro país, como este ha trascendido y se ha logrado infiltrar en todos los estamentos gubernamentales.

Hay que partir del derecho a la libertad de expresión y que los autores tienen decisión autocrítica sobre sus obras, por eso pueden manejar una línea argumentativa a su antojo.
Como el colombiano no es ajeno a la realidad y no debe convertirse en un ente sin memoria, se hace necesario que las narconovelas sean mostradas en la televisión nacional para que así cada persona pueda desde su propia experiencia emitir un juicio de valor sobre la situación socio-política del país.

Los relatos que presentan las narconovelas intuyen al espectador para que reflexione sobre la historia que conoce por distintas versiones de varios autores la cual cada uno de ellos se puede presentar como víctima, victimario o simplemente un observador pasivo de los hechos que transcurrieron a lo largo de los años.

Siempre hay una moraleja, se muestran las consecuencias de los actos cometidos por los personajes implicados en el mundo del hampa y el tráfico de drogas.
Los jóvenes ignoran las épocas que han vivido sus antecesores, y no se preocupan por averiguarla. Hay cantidad de libros que relatan de una forma verás, fiel e íntegra, los episodios por los que ha pasado el país en más de 50 años de conflicto.

Lo complicado es que la juventud no se interesa por leer un libro. No se interesan por conocer sus orígenes. No se interesan por saber más allá de lo que les cuentan.

Es ahí donde juega un rol importante la televisión, hablando específicamente de las tan nombradas “narco-novelas” pues ilustran la realidad vivida de una forma didáctica que se hace interesante para los jóvenes, pues a pesar de que se muestran las vidas de lujo y extravagancia que viven los personajes, siempre estas al final tienen una moraleja o enseñanza que advierte lo costoso que puede salir pagar las acciones cometidas y los errores en los que caen al creer tener al mundo en sus manos.

Así como hay género rosa, de comedia, de suspenso, también es parte fundamental que existan las series en donde se aborde lo que un día se vivió, pues no debemos desconocer nuestro pasado porque si no, estaríamos prestos a vivirlo.

Las narco-novelas nos abren los horizontes sobre los caminos que nos presenta la vida, en especial el camino fácil, y es ahí cuando cumple un papel fundamental, pues en la mayoría de ocasiones, los jóvenes al ver este tipo de seriados, deciden no optar por la vida fácil, llena de lujos pero que al final terminan perdiendo su libertad, su familia o su misma vida.
Al contrario de muchas novelas, en este género los guionistas o escritores no se inventan las historias. En muchas de ellas los sucesos son basados en la vida real, por ello, a muchos de los personajes se les cambian los nombres, se protege su identidad y se buscan fuentes que verifiquen la información.

Es un exhaustivo y largo estudio, pues lo que se demoran escribiendo un solo capítulo de una narco-novela real son aproximadamente tres meses, mientras que un capítulo para una novela regular, de las que estamos acostumbrados a ver, se escribe en tan solo 20 días o un mes.
Debemos mostrar a nuestros descendientes lo que un día ocurrió en el país y las nefastas consecuencias a lo que esto condujo. Hay que evidenciar el maltrato que ha sufrido la nación por cuenta de los violentos, de los que se ganan la vida fácil teniendo mundos de riquezas, pero que al final, terminaron en una cárcel o en una tumba.

Este tipo de contenidos no se pueden convertir en historias cliché en un país que quiere cambiar su cara, renovarse al exterior para que todo el mundo conozca las bellezas del paisaje colombiano y no los hechos violentos del pasado.
La industria televisiva se ha aprovechado del auge de este género al saturar la programación con bastantes producciones de la misma clase. Se ignora el posible efecto que pueda causar en el espectador.

La calidad de los productos en pantalla disminuye en el momento que presentan diversas series o novelas, pero con el mismo tema. Puede convertirse en todo un manual de cómo llegar a ser delincuente y o la gente se aburre y cambia el canal, sin embargo se encuentra con un programa similar. La innovación desaparece.

Así como en Cuba, las producciones son de tinte social, tal parece que en Colombia, la flor silvestre son las novelas en las que se le hace apología al narcotráfico, no hay que caer en ese error. Los canales no pueden jugar con los sentimientos de quienes han sido protagonistas de la historia, ni tampoco con los televidentes, todo por conseguir sumar puntos en el rating y alcanzar más audiencia.

Se ha convertido en una bandera de la prensa maligna, en muchas ocasiones los aportes que hace a la civilidad es banal. Se dejan de exhibir historias de una realidad olvidada y Colombia queda como una señora de cara bonita pero apenada por su vida.

Parece ser que el cine y la televisión quieren que el mundo del narcotráfico sea la identidad de las producciones colombianas, bastante tiene el país para que lo relacionen con ello como para agregarle este plus como si se quisiera que los corridos prohibidos sean como el tango en Argentina. Es verdad que temas como estos son afines a la historia del país, pero no son las únicas experiencias que tiene el pueblo del Sagrado Corazón.

El público infantil es altamente influenciado por este tipo de producciones, los niños ven a los capos como héroes, se sienten identificados con ellos y los tienen como un modelo a seguir.
Superman, Batman, Bobo Esponja y hasta Gokú están siendo desplazados por los villanos y no son los personajes malvados que hacen pensar como El Guasón, sino aquellos que han nacido producto de la necesidad o el querer hacer dinero fácil como las prepagos, los jíbaros,  los lavaperros y todos aquellos que hacen parte de esa esfera social como si La Liga de la Justicia se hubiera convertido en una mesa de capos.

Muchas veces se dice que el público no va a seguir este tipo de ejemplos porque al final siempre muere el personaje, pero la realidad es otra. Los muchachos dicen que mientras puedan satisfacer sus necesidades y gastarse lo que ganan en poco tiempo, pues no se van a preocupar porque caer presos o quedar tres metros bajo tierra.


No existe una propuesta educativa que pueda contrarrestar los efectos que llegan a producir los contenidos con tinte mafioso y violento. La academia tiene como tarea incentivar una campaña para enseñar de marea crítica y constructiva a la sociedad sobre este tipo de temas y de cómo hay que llevarlos. Es necesario que el televidente esté en un proceso de formación en el cual evalúe lo que ve como beneficio para su desarrollo personal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario