sábado, 21 de julio de 2012

El Soldado Cannabis


Ricardo Arévalo de 34 años, ex soldado, recorría las calles cercanas al barrio Lleras, de Cúcuta. Siempre, en la búsqueda de una moneda que lo ayudara con el sustento para la vida diaria. Sus puntos de encuentro eran el parqueadero de Merk’gusto y afuera de la sala de urgencias de SaludCoop.

De piel morena, ojos negros, entre gordo y robusto, rostro pálido, sucio,  arrugado y con manchas. Vestía camisa desgastada del Atlético Nacional, de 1990; una gorra negra que lo protegiera del sol, y un pantalón negro que reflejaba en los rotos lo difícil que fue su existencia.

Debido a la contextura física, se asemejaba una de las tortugas ninjas, aunque no tenía un antifaz. En sus momentos de sobriedad, inspiraba respeto y algo de temor. La mirada triste evocaba los recuerdos entre sus pasos por la selva y su andar por la calle.

La barba era desordenada como su andar y vivía despeinado, sin preocuparse por sus enredos. Se lavaba solo la mano izquierda con agua que recogía de la lluvia. En la derecha, todo el tiempo, tenía un guante negro como el de los motociclistas rebeldes y en el que recibía la limosna.

A veces anduvo como El Renacuajo Paseador, con sombrero de copa y corbata a la moda. Trató de llevar un atuendo decente durante un tiempo para no asustar a la muchedumbre. Los esfuerzos fueron en vano. Las cicatrices en los brazos y las ojeras parecidas a las de un vampiro espantaban a cualquiera.

Apodado “El Chirrete” por ser un habitante de la calle, consumía sustancias psicoactivas (pegamento). Ricardo era de familia adinerada, una generación de comerciantes y cambistas. No recordaba nada de los progenitores, no quería traerlos a la memoria. El padre nunca lo apoyó y la madre nunca estaba en casa.

Richard, como también era conocido, estudió en el Sagrado Corazón de Jesús. Terminó bachillerato y decidió prestar el servicio militar. Quería defender a la nación del sufrimiento y con un arma alcanzar la paz. No sabía que para demostrar el sentimiento patriótico debía usar como escudo la fuerza de voluntad.

Entró al mundo de la droga, después de haberse incautado un cargamento de base de coca en Tibú, al parecer de la guerrilla. Se quedó con una muestra y decidió probarla. La forma de ver el mundo cambió. Guardó otra muestra por si se le antojaba para otro momento.

Fue descubierto en los cuarteles cuando decidió usar la otra dosis. Cuando estaba en otro planeta era Cabo Primero pero se estrelló contra el muro de la realidad. Su rango como soldado raso no lo salvó de ser expulsado del Distrito Militar y echado a la calle como un perro.

Su rutina consistía en despertarse e ir a una casa cerca de La Salle, en la que le regalaban el desayuno. Muchas veces era sólo un pan duro con café, en otras era más afortunado. El plato cambiaba por un par de huevos con jamón y un vaso de jugo de naranja.

Antes de llegar al puesto de salud y luego de haber comido, a las 10:00 de la mañana, su jeringa veía la luz, luego de permanecer en el bolsillo. Se inyectaba el letal veneno en el brazo izquierdo. La heroína era una fiel compañera en la vida de Richard.

Los días en los que sentía frío, fumaba un par de “taquitos” de marihuana. Para no sentir hambre, se acostumbró a oler bóxer. Siempre trató de disimular esa condición de adicto para que las personas no le huyeran en el momento que pedía auxilio y tranquilizar el alma.

En las noches buscó refugio en los parques La Ceiba y Los Pinos. Consiguió un hueco en un callejón cerca al Salesiano. Dormía en ese sitio mientras las voces jugaban con la mente y lo acechaban en los sueños. Antes de dormir aspiraba bazuco para no sufrir de insomnio.

El último día que fue visto con vida se camufló entre el asfalto mientras esperó el cambio de turno. Caída la tarde, terminada la tarea de cuidar carros y dirigir el tránsito cuando llegaba una ambulancia. La clínica no fue más su sitio de trabajo y no regresó al supermercado
.
La gente estuvo extrañada esa semana. “Chirri” no volvió a aparecer. Los rumores que hicieron eco durante esos días ahora son realidad. Richard ha pasado a mejor vida. No se sabe con certeza si murió por una sobredosis o fue víctima de la ‘limpieza social’ que actúa desde la clandestinidad.

miércoles, 18 de julio de 2012

Crítica a la dialéctica de Marx


Antes Dios era la respuesta a todo lo que no se podía explicar. Con la evolución de la teoría, aparecen las hipótesis, experimentos y los supuestos se convierten en verídicos. Ya no es Dios a quien la gente acude.

Ahora la gravedad junto con las leyes de Newton o leyes físicas y el método científico tratan de dar respuesta. Dios era un ser omnipotente pero en el mundo científico pasó a ser una hipótesis innecesaria.

La crítica consiste en eliminar la dialéctica de Marx. Maniobra parecida a la de Newton contra Dios.

El error del Proyecto Socialista fue que transformó en una fuente de errores políticos que han cortado el precio a la clase explotada. Sueñan en grande y cobran lo mínimo.

Un ejemplo claro de fracaso socialista es la situación de Venezuela. La concentración del capital y las expropiaciones han hecho que desaparezcan empresas que pudieron aportar ayuda al crecimiento económico. Los imperios capitalistas se extinguen.

No hay acción humana que logre oponerse. La función se acelera y determina las relaciones entre clases.
Por culpa de las guerras y monopolios que ha desatado este proyecto a lo largo de la historia mundial ninguna ciencia social quiere seguir al pie de la letra los carriles marcados por el discurso de Marx.

Siempre hay cambios en la marcha que refutan la dialéctica de Marx, cada quién va por su lado y conveniencia. Todo está lejos de la unidireccionalidad.

Al principio la dialéctica marxista incidió en la clase obrera, pero al pasar el tiempo y no aplicar de la forma correcta, el sistema falló y los obreros cayeron en la miseria. Marx no previó.

La evolución de las ciencias sociales se ha mostrado reacia a una predicción de Marx  y lo desautoriza en todo pronóstico económico a largo plazo.

El atraso teórico perjudicó la lucha de clases porque primero se buscó el respeto por las ideologías. La conciencia de clases hasta ahora se comprende. La crítica de la violencia, contradicción y miseria se hacía desde supuestos perdiendo eficacia. Apareció la falsa conciencia.

La mejor defensa es un desarrollo sin ilusiones porque se lucha por un patrimonio en común sin dejar lugar a las imprecisiones.

La predicción es la mayor enemiga de Marx porque se habla de procesos al cambio. En algún momento alguien puede abandonar el barco

viernes, 6 de julio de 2012

El Samario


Huele a condimentos y mariscos cocinados. Las lágrimas, seguro, resbalarán como una caricia suave por las mejillas de quien pase por este lugar como consecuencia del picado de la cebolla. Todo esto ocurre en la cevichería La Langosta. Donde existe un personaje peculiar. 

El tono caribeño, el cabello ondulado, la piel morena, y los ojos oscuros evidencian que no es nacida en la frontera. Es hincha del Unión Magdalena y recuerda a su natal Santa Marta mientras reparte los ceviches y cazuelas a los clientes.

Eder Márquez Márquez, de 47 años, ha vivido 23 en Cúcuta. Su vida en la Perla del Norte se ha basado en vender camarones. Dueño de dos locales de mariscos en el centro de la ciudad, ha sido víctima de robos y atracos al establecimiento pero ha recuperado lo perdido.

Eder es primo lejano de Gabo. Su padre, Alfredo Márquez vivió con el escritor de Cien Años de Soledad en Ciénaga, (Magdalena) y su madre Carolina Márquez es de Aracataca, el pueblo en el que nació Gabriel García Márquez.

No es un hijo bobo, como la gente cree, los padres tienen el mismo apellido, pero no tienen la misma sangre. Son familia sólo por el sacramento del matrimonio.

Mientras vivía en Santa Marta estudió hasta cuarto año de bachillerato. Luego partió hacía Riohacha a buscar nuevos horizontes. Aprendió el arte de la culinaria marina al mismo tiempo que recorría los desiertos de la Región Caribe.

Fue militar del Batallón Cartagena, prestó el servicio y le gustó tanto que se quedó 10 años en la Guajira en operaciones de combate. Conoció al diablo y sus males, se refugió en la droga para aguantar la dura vida que tiene un soldado.

Es fanático de la lectura, pero por atender el negocio ha dejado a un lado los libros. La Biblia es el único texto que no abandona. La lleva en su regazo desde que decidió cambiar el rumbo de su vida.

Ha estado sobrio 4 años, limpio de cualquier sustancia alucinógena. Lo hace por sus hijos. Ahora,  predica la palabra a su manera, y se queda con el pensamiento que la Tierra es un mercado de caos “Si el mundo sigue vanidoso acabará como Sodoma y Gomorra” Odia ese pecado capital y prefiere que Dios “reinicie” el planeta, porque solo “Él conoce los corazones”.

Se consideró un hombre malo. Las sagradas escrituras le han enseñado a ser mejor persona. Eligió hablar desde el corazón y olvidar sus experiencias en la selva. Llevar una vida tranquila al lado de las ostras y los langostinos.