viernes, 6 de julio de 2012

El Samario


Huele a condimentos y mariscos cocinados. Las lágrimas, seguro, resbalarán como una caricia suave por las mejillas de quien pase por este lugar como consecuencia del picado de la cebolla. Todo esto ocurre en la cevichería La Langosta. Donde existe un personaje peculiar. 

El tono caribeño, el cabello ondulado, la piel morena, y los ojos oscuros evidencian que no es nacida en la frontera. Es hincha del Unión Magdalena y recuerda a su natal Santa Marta mientras reparte los ceviches y cazuelas a los clientes.

Eder Márquez Márquez, de 47 años, ha vivido 23 en Cúcuta. Su vida en la Perla del Norte se ha basado en vender camarones. Dueño de dos locales de mariscos en el centro de la ciudad, ha sido víctima de robos y atracos al establecimiento pero ha recuperado lo perdido.

Eder es primo lejano de Gabo. Su padre, Alfredo Márquez vivió con el escritor de Cien Años de Soledad en Ciénaga, (Magdalena) y su madre Carolina Márquez es de Aracataca, el pueblo en el que nació Gabriel García Márquez.

No es un hijo bobo, como la gente cree, los padres tienen el mismo apellido, pero no tienen la misma sangre. Son familia sólo por el sacramento del matrimonio.

Mientras vivía en Santa Marta estudió hasta cuarto año de bachillerato. Luego partió hacía Riohacha a buscar nuevos horizontes. Aprendió el arte de la culinaria marina al mismo tiempo que recorría los desiertos de la Región Caribe.

Fue militar del Batallón Cartagena, prestó el servicio y le gustó tanto que se quedó 10 años en la Guajira en operaciones de combate. Conoció al diablo y sus males, se refugió en la droga para aguantar la dura vida que tiene un soldado.

Es fanático de la lectura, pero por atender el negocio ha dejado a un lado los libros. La Biblia es el único texto que no abandona. La lleva en su regazo desde que decidió cambiar el rumbo de su vida.

Ha estado sobrio 4 años, limpio de cualquier sustancia alucinógena. Lo hace por sus hijos. Ahora,  predica la palabra a su manera, y se queda con el pensamiento que la Tierra es un mercado de caos “Si el mundo sigue vanidoso acabará como Sodoma y Gomorra” Odia ese pecado capital y prefiere que Dios “reinicie” el planeta, porque solo “Él conoce los corazones”.

Se consideró un hombre malo. Las sagradas escrituras le han enseñado a ser mejor persona. Eligió hablar desde el corazón y olvidar sus experiencias en la selva. Llevar una vida tranquila al lado de las ostras y los langostinos.

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